jueves, 15 de julio de 2010

Ya alivianese

Esta vez no se trata de de dosis "anti-pendejismo", ni de mares, ni de respuestas, de manos en la cabeza o Murphy y mucho menos del fango de la autocompasión. Esta es una afirmación, esto es lo que es.

"No hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de meterse en tu vida, no temas, míralo a la cara y con la frente bien levantada." F. Nietzsche.
Esto lleva tiempo colgado en el corcho de mi cuarto, con letras rojas, grandes. Durante un tiempo lo lleve de bandera. Después me fui dando cuenta que Nietzsche podía estar olvidando algo: No soy superhumana. Y no creo que nadie lo sea. No soy una especie de Superman, personaje con el que nunca logre identificarme, a pesar de la genialidad que este pudiera representar de parte de sus creadores-Jerry Siegel y Joe Shuster- Superman se nos presenta como un tipo alto, musculoso, de perfil griego y con capacidades físicas y morales que escapan por mucho el terreno de la normalidad. Por que evidentemente es un poderoso moral, políticamente correcto, un hombre inquebrantable, un hombre de acero. Definitivamente no soy un Superman, yo soy una persona, que a diferencia de éste la mía no es una historia de éxito caído del cielo (o espacio exterior, as you wish), el mío no es un poder dado de nacimiento- porque así lo es para el novio de Luisa Lane- el mío es un "poder" (si se lo pudiera considerar así) forjado al calor de la vida, de los errores y de la practica. Porque yo me he encontrado equivocada, y me ha dolido, me encontrado en las equivocaciones de otros y también me ha dolido. Soy un humano curtido en cuero, no una mujer de acero. No soy inmortal ni un Dorian Gray de tinta y papel. Yo crezco, tengo miedos, me duelo, sufro y lloro. Yo me sobo los golpes de la vida, yo aprendí a decir "nimodo", "a la chingada", "no pasa nada", "no te preocupes" , "ha pasado antes" , palabras mágicas que ayudan a sacudirse el golpe. Aprendí que yo no quiero ser Superman, Superman es el único, Superman esta solo. Yo tengo mis semejantes, otras personas curtidas en cuero, otras personas con las que he aprendido la paciencia, el decir "no te preocupes", "a todos nos pasa".

Yo no soy una mujer de acero, no creo que nadie lo sea y creo que la mayoría de nosotros tenemos eso muy claro.

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